Después de la dramática derrota en Pavía, Francisco I fue hecho prisionero y llevado al monasterio de San Pablo, en las afueras de Pavía. Más tarde, fue trasladado al castillo de Pizzighettone y, finalmente, a España, donde Carlos V le obligó a firmar el Tratado de Madrid, un acuerdo que sancionaba su libertad a cambio de renunciar a la mayor parte de sus territorios. Francisco debe ceder el Ducado de Milán, Borgoña e incluso sus pretensiones al Reino de Nápoles, sacrificando así sus ambiciones en Italia.
La reanudación de la guerra
De vuelta en Francia, Francisco I denunció inmediatamente los términos del acuerdo, tal como fueron impuestos durante su encarcelamiento. El 22 de mayo de 1526, el rey francés, decidido a no resignarse a la pérdida de Italia, firmó la Liga de Cognac con el Papa, Venecia, Milán y Florencia, creando una alianza entre los estados italianos que temían el creciente poder de Carlos V.
La guerra se reanudó con violencia e Italia, una vez más, se convirtió en escenario de devastadoras incursiones. Roma fue saqueada por los imperiales en mayo de 1527, y Pavía fue invadida tres veces entre 1527 y 1528, primero por los franceses, luego por los españoles y finalmente de nuevo por los franceses. Sin embargo, a pesar de estas incursiones, la situación política y militar que surgió con la batalla de Pavía en 1525 no ha cambiado.
La paz de las Dos Damas
El conflicto parecía no tener fin, pero el 5 de agosto de 1529, en Cambrai, se firmó la Paz de las Dos Damas. Este acuerdo, llamado así porque fue firmado entre dos mujeres influyentes de la época -Luisa de Saboya, madre de Francisco I, y Margarita de Austria, tía de Carlos V- marcó un punto de inflexión: Carlos V renunció a Borgoña, mientras que Francisco I cedió definitivamente sus derechos al Ducado de Milán y al Reino de Nápoles.
Con la muerte del duque de Milán Francisco II Sforza en 1535, Carlos V completó la obra: el Ducado de Milán pasó a estar bajo su control directo y fue entregado a su hijo Felipe de Habsburgo, futuro rey de España. Francia, aunque ha intentado recuperar su dominio sobre estas tierras, se encuentra excluida de facto.
Francisco I nunca se resignará a la pérdida de Italia. Durante su reinado intentó dos veces más, sin éxito, retomar Milán y Nápoles. Después de su muerte en 1547, la rivalidad entre Francia y España continuó entre Enrique II, Carlos V, y el sucesor de este último, Felipe II.
La larga disputa entre los dos países culminó con la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559, que marcó el fin de las reclamaciones francesas sobre Italia. Con este acuerdo, Francia renunciaba definitivamente a cualquier reclamación sobre Italia, que pasaba en su mayor parte bajo la dominación española.

En la foto: Francisco I prisionero en el convento de San Paolo después de la batalla de Pavía, Savoja Achille, 1842-1886, óleo sobre cartón, Musei Civici, Pavía

En la foto: El convento de San Paolo en las afueras de Pavía, Virginia Cortese, Museos Cívicos, Pavía